domingo, 29 de marzo de 2020

-IMPROVISANDO EL FUTURO- Narrativa


-IMPROVISANDO EL FUTURO-


     Elvira se quedó estética, los ojos en introspección, abiertos, sin parpadeo, parecía no tener Vida, la mente poco a poco la fue llevando hacia la anhelada niñez, 7 años de regreso, 5 de enero día de reyes, el día esperado por espacio de un año esa noche casi no pudo dormir. Y los pocos sueños que tuvo no los recordé porque un sobresalto la desperté y bajo corriendo las escaleras de la casa hasta llegar a la sala donde se encontraba el árbol Navideñito. Ahí debajo de las ramas se asomaba una caja forrada con un moño rojo y una pequeña nota que contenía su nombre, se apresuró arrancando el papel Vistoso rojizo y encontró un modelo Barbi con dos cambios de ropa y un par de pelucas una castaña y la otra pelirroja, que felicidad más grande el olor de un muñeco nuevo.
Un grito la volvió lentamente en sí. la mano derecha sostenía un revolver 38 súper aún caliente, abrió los ojos y su madre contenía el cuerpo de un hombre algo pasado de peso, ensangrentado una bala certera en el corazón le quitó la vida. Elvira se asustó y hecho a correr, abrió la puerta de salida bajo los cuatro pisos a pasos agigantados en el segundo descanso del edificio tropezó y soltó la pistola que cayó hasta el fondo de aquella construcción fría, la pistola volvió a dispararse; el tiro se incrusto en la mirilla de la puerta 101, y se acento justo en el ojo de una anciana que espiaba por la mirilla, debido a todo el caos que se cernía sabre aquel espacio: Elvira tomo de nueva cuenta la compostura siguió caminando, recogió el revólver y lo apunto hacia el portero que alarmado se desplomo de rodillas tapándose la cara. Ella de nueva cuenta se encontraba en la calle, porque la Vida le destino en sólo unos instantes al horror.
 Subió a un autobús, pago, el conductor no le prestó atención, ella camino hasta su asiento vacío y lo ocupo, el camión tomaba velocidad y los anuncios luminosos pasaban tan rápido como aquel suceso que había cambiado su Vida tan drásticamente. Entrences ella recordó, entro a la recamara de sus progenitores, buscaba un labial que le gustaba perteneciente a su madre, Ricardo su padre, entro en el cuarto, ella se alarmo porque Ricardo la rodeaba con una sonrisa cínica. La tomo de los hombros y acaricio uno de sus pequeñitos senos, Elvira se quedó estática, no sabía que hacer come antes, el anteriormente la había manoseado y desde entonces no conciliaba el sueño, se encerraba en la habitación, ponía el buró atrancando la puerta, pero eso no había sido suficiente, la fuerza de aquel puerco solo era comparada con su deseo.
Ella se lo comento un par de ocasiones a Verónica su madre, pero esta la tiro de loca.
Ricardo antes de  recibir aquel disparo de muerte la había escuchado caminando del baño hacia la recamara ella se había puesto sólo su pequeño vestido rosado y sus sandalias, él  la observó desde las escaleras, no dejo pasar ningún movimiento , las caderas de Elvira ondularon por el pasillo, fue entonces  cuando el decidió subir y poseerla, forcejeos, Ricardo le tapó la boca y beso el cuello y el sexo aún virgen, la recargo contra la almohada, Elvira sentía las barbas de su padre recorrerle la entre pierna y el bello del sexo, sintió  algo duro tras su nuca, el cañón del revolver se asomaba, sin dudarlo lo tomo con la diestra y lo golpeo en la ceja él gritó, se levantó y blasfemando enloquecido se le fue encima, el dedo índice de Elvira acaricio el frío metal del gatillo y detono el arma, el puerco cayo de espaldas junto a la pared.
Verónica escucho una explosión desde el patio trasero y corrió para ver lo que sucedía, subió las escaleras y vio a Ricardo convulsionándose, aguantando como un toro de ‘lidia después de haber sido tocado por el acero del matador expulsando la sangre por la cavidad del hocico.
El autobús arribo a la terminal, Elvira bajo el llanto nunca la invadió, nadie más la tocaría sin que ella lo deseare, trece años y aun virgen.
Valentín asaltaba una licorería, jovenzuelo delgado gallardo de 15 años, tomo el efectivo de la caja, el encargado lo miraba con odio impotente el mozuelo tuna la sartén por el mango, salió apuntando la escuadra calibre 22 al rastro del empleado, bajo los escalones y hecho a correr, mientras se alejaba, la alarma sonaba quebrando el ruido citadino, dio vuelta en un callejón y se topó de frente a Elvira que caminaba por en medio del pavimento, se detuvo avanzo con precaución, Elvira sostuvo el revolver con la mano derecha le apunto a Valentín que levanto las manos Elvira dijo: No te acerques
-Tranquila no voy a hacerte daño
No te acerques- grito con furia Elvira.
El bajo las manos y le parecía ver un rostro conocido, si era Elvira, una conocida de menor grado escolar.
-Soy yo Elvira, Valentín, El chico de tercer grado.
Elvira dudo, pero conforme se acercó confirmo que en verdad era él, aquel chico provinciano que alguna vez le pregono su amor y que ella lo había rechazado por estereotipos morales, ya que él tenía la piel oscura.
Bajo el arma. Él se encamino hacia ella Elvira por primera vez se sentía protegida, los dos estaban en problemas, pero ninguno dijo nada Valentín abrió la puerta de un coche aparcado en la avenida, rompió el seguro del volante de aquel Ford Fairmont color rojo con rines deportivos y junto los cables y acelero en sentido contrario de las patrullas que aparcaban junto al establecimiento asaltado. Mientras se alejaban, e] encargado de la tienda daba las señas particulares del asaltante y por la banda civil de las patrullas daban también las señas particulares de Elvira.
El automóvil se alejaba de aquel poblado, ellos no decían nada casi inmóvil Elvira rompió el silencio poniendo un casete insertándolo en el auto estéreo. Una canción de Ross Williams sonó por las bocinas, ella acerco lentamente su mano y la deposito junto a la de Valentín, la acaricio y recibió a cambio un fuerte apretón delicado de camaradería, no se voltearon a ver, pero los dos mantenían su vista al frente hacia un futuro incierto destinado para ambos.






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