-IMPROVISANDO EL FUTURO-
Elvira se quedó
estética, los ojos en introspección, abiertos, sin parpadeo, parecía no tener
Vida, la mente poco a poco la fue llevando hacia la anhelada niñez, 7 años de
regreso, 5 de enero día de reyes, el día esperado por espacio de un año esa
noche casi no pudo dormir. Y los pocos sueños que tuvo no los recordé porque un
sobresalto la desperté y bajo corriendo las escaleras de la casa hasta llegar a
la sala donde se encontraba el árbol Navideñito. Ahí debajo de las ramas se
asomaba una caja forrada con un moño rojo y una pequeña nota que contenía su
nombre, se apresuró arrancando el papel Vistoso rojizo y encontró un modelo
Barbi con dos cambios de ropa y un par de pelucas una castaña y la otra
pelirroja, que felicidad más grande el olor de un muñeco nuevo.
Un grito la volvió lentamente en sí. la mano derecha
sostenía un revolver 38 súper aún caliente, abrió los ojos y su madre contenía
el cuerpo de un hombre algo pasado de peso, ensangrentado una bala certera en
el corazón le quitó la vida. Elvira se asustó y hecho a correr, abrió la puerta
de salida bajo los cuatro pisos a pasos agigantados en el segundo descanso del
edificio tropezó y soltó la pistola que cayó hasta el fondo de aquella
construcción fría, la pistola volvió a dispararse; el tiro se incrusto en la mirilla
de la puerta 101, y se acento justo en el ojo de una anciana que espiaba por la
mirilla, debido a todo el caos que se cernía sabre aquel espacio: Elvira tomo
de nueva cuenta la compostura siguió caminando, recogió el revólver y lo apunto
hacia el portero que alarmado se desplomo de rodillas tapándose la cara. Ella
de nueva cuenta se encontraba en la calle, porque la Vida le destino en sólo
unos instantes al horror.
Subió a un
autobús, pago, el conductor no le prestó atención, ella camino hasta su asiento
vacío y lo ocupo, el camión tomaba velocidad y los anuncios luminosos pasaban
tan rápido como aquel suceso que había cambiado su Vida tan drásticamente. Entrences
ella recordó, entro a la recamara de sus progenitores, buscaba un labial que le
gustaba perteneciente a su madre, Ricardo su padre, entro en el cuarto, ella se
alarmo porque Ricardo la rodeaba con una sonrisa cínica. La tomo de los hombros
y acaricio uno de sus pequeñitos senos, Elvira se quedó estática, no sabía que
hacer come antes, el anteriormente la había manoseado y desde entonces no
conciliaba el sueño, se encerraba en la habitación, ponía el buró atrancando la
puerta, pero eso no había sido suficiente, la fuerza de aquel puerco solo era comparada
con su deseo.
Ella se lo comento un par de ocasiones a Verónica su
madre, pero esta la tiro de loca.
Ricardo antes de
recibir aquel disparo de muerte la había escuchado caminando del baño
hacia la recamara ella se había puesto sólo su pequeño vestido rosado y sus sandalias,
él la observó desde las escaleras, no dejo
pasar ningún movimiento , las caderas de Elvira ondularon por el pasillo, fue
entonces cuando el decidió subir y
poseerla, forcejeos, Ricardo le tapó la boca y beso el cuello y el sexo aún
virgen, la recargo contra la almohada, Elvira sentía las barbas de su padre
recorrerle la entre pierna y el bello del sexo, sintió algo duro tras su nuca, el cañón del revolver
se asomaba, sin dudarlo lo tomo con la diestra y lo golpeo en la ceja él gritó,
se levantó y blasfemando enloquecido se le fue encima, el dedo índice de Elvira
acaricio el frío metal del gatillo y detono el arma, el puerco cayo de espaldas
junto a la pared.
Verónica escucho una explosión desde el patio trasero
y corrió para ver lo que sucedía, subió las escaleras y vio a Ricardo
convulsionándose, aguantando como un toro de ‘lidia después de haber sido
tocado por el acero del matador expulsando la sangre por la cavidad del hocico.
El autobús arribo a la terminal, Elvira bajo el llanto
nunca la invadió, nadie más la tocaría sin que ella lo deseare, trece años y
aun virgen.
Valentín asaltaba una licorería, jovenzuelo delgado
gallardo de 15 años, tomo el efectivo de la caja, el encargado lo miraba con
odio impotente el mozuelo tuna la sartén por el mango, salió apuntando la escuadra
calibre 22 al rastro del empleado, bajo los escalones y hecho a correr,
mientras se alejaba, la alarma sonaba quebrando el ruido citadino, dio vuelta
en un callejón y se topó de frente a Elvira que caminaba por en medio del pavimento,
se detuvo avanzo con precaución, Elvira sostuvo el revolver con la mano derecha
le apunto a Valentín que levanto las manos Elvira dijo: No te acerques
-Tranquila no voy a hacerte daño
No te acerques- grito con furia Elvira.
El bajo las manos y le parecía ver un rostro conocido,
si era Elvira, una conocida de menor grado escolar.
-Soy yo Elvira, Valentín, El chico de tercer grado.
Elvira dudo, pero conforme se acercó confirmo que en
verdad era él, aquel chico provinciano que alguna vez le pregono su amor y que
ella lo había rechazado por estereotipos morales, ya que él tenía la piel
oscura.
Bajo el arma. Él se encamino hacia ella Elvira por
primera vez se sentía protegida, los dos estaban en problemas, pero ninguno
dijo nada Valentín abrió la puerta de un coche aparcado en la avenida, rompió
el seguro del volante de aquel Ford Fairmont color rojo con rines deportivos y
junto los cables y acelero en sentido contrario de las patrullas que aparcaban
junto al establecimiento asaltado. Mientras se alejaban, e] encargado de la tienda
daba las señas particulares del asaltante y por la banda civil de las patrullas
daban también las señas particulares de Elvira.
El automóvil se alejaba de aquel poblado, ellos no
decían nada casi inmóvil Elvira rompió el silencio poniendo un casete insertándolo
en el auto estéreo. Una canción de Ross Williams sonó por las bocinas, ella
acerco lentamente su mano y la deposito junto a la de Valentín, la acaricio y
recibió a cambio un fuerte apretón delicado de camaradería, no se voltearon a ver,
pero los dos mantenían su vista al frente hacia un futuro incierto destinado
para ambos.
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